Una locura teen parecida a la que hace unas décadas despertaron Backstreet Boys a su paso por España o, recientemente, Hannah Montana en su visita promocional a Madrid, se experimentó el pasado fin de semana en Madrid. Todo por el anunciado concierto de Jonas Brothers, el nuevo fenómeno musical y mediático creado por la factoría Disney tras la citada Hannah.
El grupo formado por tres hermanos de New Jersey que acumula récords de descargas digitales y millones de visitas en su página de MySpace agotó en 48 horas las entradas para la primera tríada de conciertos europeos que están ofreciendo desde el pasado sábado hasta hoy en Madrid, Londres y París. Ante la expectación suscitada, se han añadido dos fechas españolas para su primera gira europea, que arranca a finales de octubre. Con precios comprendidos entre 30 y 55 euros, las entradas para verlos en Baracaldo y Barcelona salieron a la venta a través Ticketmaster, Servicaixa y El Corte Inglés. Se esperan colas de padres con niñas en la edad del pavo.
El tour está promovido por Live Nation, gigante del espectáculo que, tras revolucionar el negocio musical al seducir a Madonna, U2 y Jay Z con sus famosos contratos todo en uno, ha formado el mayor emporio mundial del entretenimiento al aliarse a la compañía que domina la venta de entradas, Ticketmaster. Su capo, Jason Garner, ha calificado el éxito en Europa de Jonas Brothers de «explosivo» y asegura que su gira será «uno de los eventos primordiales del año». De momento, en EE UU han colocado ya más de 850.000 entradas para los 52 conciertos que ofrecerán en verano en grandes auditorios de Nueva York, Los Ángeles, Chicago y Filadelfia.
Salvación para la industria
El éxito arrollador de Tokio Hotel, Kelly Clarkson, Chris Brown, Jonas Brothers o una Hannah Montana con una fortuna personal estimada en mil millones de dólares ilustra hasta qué punto la industria musical depende de las estrellas adolescentes para combatir su declive de ventas, cifrado en torno al 30% en el último quinquenio.
Y es que para su ya casi infantil segmento de público objetivo, todo lo generado por sus ídolos (películas, series de televisión, DVDs, libros, discos, conciertos y parafernalia) se convierte en una obsesión que le convierte en consumidor compulsivo. Pocos conglomerados del entretenimiento están mejor diseñados para exprimirlos que Disney, emporio que dispara la popularidad de los precoces artistas juveniles que sus cazatalentos abducen a través del paraguas Teen Pop Central, que agrupa a una red de emisoras de radio, al célebre Disney Channel televisivo y al sello discográfico Hollywood Records.
Tras Hannah Montana, la más rentable de las franquicias teen de Disney viene siendo desde hace poco más de dos años el fraternal grupo formado por Kevin, Joe y Nick Jonas, con edades que van de los 17 a los 22 años. Es el menor, Nick, quien desde el principio pasa por ser el mayor talento musical. De hecho, fue quien empezó la cosa en solitario tras una precoz carrera que arrancó en Broadway cuando tenía siete años. Entonces ya cantaba en musicales como Los Miserables y La Bella y la Bestia.
En la discográfica Columbia llamaron la atención las grabaciones del crío y las canciones que habían compuesto sus hermanos, y optaron por lanzarles como grupo. Con material de autores consagrados como Michael Mangini (Joss Stone), Desmond Child (Aerosmith, Bon Jovi), apoyados en giras por otros ídolos de su quinta y tras aparecer en cadenas de dibujos animados, su debut It's about Time (2006) no funcionó como se esperaba. Pero Disney vio potencial comercial en aquellos tres hermanos de imagen impecable y modales a tono con su estricta formación cristiana.
La discográfica Hollywood Records lanzó en 2007 su segundo disco homónimo y el fenómeno comenzó a gestarse. Repitiendo una década después el impacto obtenido en los 90 con estrellas de Mickey Mouse Club como Britney Spears, Christina Aguilera o Justin Timberlake, los hermanos aparecieron ante millones de jóvenes televidentes en la serie de Hannah Montana. La exposición mediática continuó con una gran gira americana, su propio reality, Leaving the dream, y la película Camp Rock. Unos bombazos que abonaron el terreno para su tercer disco, A little bit longer, que les convirtió en una especie de nuevos Hanson, aquel otro grupo de hermanos que triunfó en los 90, con capacidad para alternar baladas con pulidas y pegadizas canciones de acné punk a lo Busted, guiños evidentes a Police, pop chicle con el gancho adhesivo de Weezer o efectivo rock de FM.
Tras acumular galardones y ventas millonarias, la franquicia que Disney ha hecho de los hermanísimos ha dado para una nueva serie, J.O.N.A.S, un concierto grabado para cines en 3D, la secuela de Camp Rock'y un nuevo disco, Lines, Vines and Trying Times. Pasa por ser un álbum de mayor apertura musical que, según Nick, muestra «nuestro crecimiento como compositores y músicos». Un crecimiento que pronto les obligará a reinventarse como creíble grupo de pop. Mutación que los aún activos Hanson no fueron capaces de culminar.
miércoles, 17 de junio de 2009
Los reyes del rock en la edad del pavo
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